Rivas, Axel. REVIVIR LAS AULAS

Revivir las Aulas: Un libro para cambiar las aulas de Axel Rivas
Una visión del cambio
Las escuelas nacidas de las dos primeras revoluciones educativas, la religiosa y la estatal, eran una imposición. Se inculcaban conocimientos únicos, indiscutibles, intocables. No había posibilidad de crear algo nuevo. Solo se esperaba de ellas la repetición, por eso eran olvidables. Porque la repetición anula el pensamiento y agiganta la reproducción del mundo vigente.
Las escuelas del pasado tenían dos conductores: la obligación y el mérito. Se aprendía porque así lo mandaban los adultos, aprender por obligación es insoportable. En la escuela cada uno avanza como responsabilidad personal. Si no lo hacía existía la desaprobación, la repotencia, la expulsión.
El resultado de estas escuelas era la exclusión, la memorización y la calidad opaca.
Los perdedores de la escuela eran los sectores populares. La correlación entre pobreza y fracaso escolar era alta y constante.
Están llegando años decisivos para la educación. No todo tiempo pasado fue mejor. Las escuelas fueron un gran avance en su tiempo. Pero eran limitadas, no les tengamos nostalgia.
El vacío: la gran transición educativa. Donde estamos parados.
Las escuelas del presente son mejores que las del pasado. Caídas, deslegitimadas, dispersas. Pero al menos se postulan para todos. Abrieron sus puertas a los excluidos en el nivel inicial y secundario. Hay más libertades y el conocimiento comienza a ser algo que se descubre y no sólo se impone.
Nuestra vieja escuela quedó entre dos frentes: la herencia de la fragmentación social y la mayor expansión de las desigualdades sociales en nuestro país, entre 1975-2003; y la amenaza del fin de las escuelas a manos del mundo digital que enseñara sin necesidad de docentes.
Estamos atravesando cambios que no podemos entender ni sabemos cómo enfrentar. En las aulas reina el desconcierto. No podemos despegarnos del pasado y tenemos adherido un presente que no entendemos.
Expandir las escuelas inolvidables
Las escuelas inolvidables, las que cambian vidas, ya existen. Estas aisladas pero nos prestan lecciones inspiradoras. Crearlas sistemáticamente será difícil pero se puede empezar desde la clase de un docente hasta una gran decisión de la presidencia de la Nación.
¿Qué deben enseñar las aulas? Capacidades de actuar, conjuntos de saberes, habilidades, destrezas que permitirían a los alumnos responder al mundo, que les darán mejores vidas, que los harán fuertes y sensibles a la vez.
El primer tipo de capacidades a enseñar es la creación de la fortaleza interior.
Nada más potente que un niño o un joven que se siente capaz, que no tiene temor a expresarse, a pensar, a proyectar un futuro. Las escuelas deben atacar la desigualdad desde adentro.
Cuando en una escuela se ven niños o adolescentes resilientes, con fortaleza interior ante la adversidad, hay que regarlos, apoyarlos, nutrirlos. Cuando no están hay que abocarse a que nazcan, es fundamental.
El segundo tipo de capacidades está en la socialización con el reconocimiento de los demás.
Estas capacidades promueven el cuidado de la identidad compartida y de las diferencias. Es el saber cultural: se aprende de los demás, ver otras culturas, vivir diversas experiencias, que permitan entender al otro y representarse uno mismo. Su éxito se mide por la expansión de la capacidad de hablar que tiene cada uno y por la escucha que prestan unos a los otros.
El tercer tipo de capacidades es la metacognición: aprender a aprender.
La metacognición no es algo solamente implícito que se aprende al hacer otras cosas. Es un trabajo a desarrollar. Es saber cómo funciona el cerebro, como se aprende, como se estudia. Es interiorizar prácticas para apropiarse de saberes.
El cuarto tipo de capacidades es el conjunto de aprendizajes globales y comunes que todos debemos dominar.
Porque nos darán herramientas para el futuro. Muchas no las usaremos nunca. Pero si no las adquirimos de niños y jóvenes, no tendremos posibilidad de tenerlas cerca cuando las necesitemos. El curriculúm común es un gran conjunto de derechos. Estos saberes son patrimonio de la humanidad, nuestras tradiciones, nuestra memoria.
Los saberes fundamentales deben conjugarse con habilidades vitales para vivir en este mundo. La resolución de problemas, la adaptación al cambio, las capacidades de expresión y comunicación, la alfabetización digital y el pensamiento crítico.
El quinto tipo de capacidades vienen del aprendizaje en profundidad.
Los saberes que nos sacan de lo común, nos maravillan, nos atrapan, nos apasionan. El aprendizaje en profundidad puede desarrollarse desde el primer grado, pese a que tiene que tener mayor espacio en la educación secundaria. Es el aprendizaje especializado, que requiere autonomía, esfuerzo, perseverancia. Se nutre de alumnos apasionados. Si no existe es porque las escuelas reproducen lo que ya hay disponible.
El aprendizaje en profundidad viene de trabajar por proyectos, de investigar, de indagar junto a los demás. No quiere decir que no haya enseñanza. Al contrario, es la enseñanza que logran los mejores docentes. Aquellos que no nos dicen que aprender sino que nos generan el olfato, la predisposición, la fascinación por buscar cosas nuevas.
El aprendizaje en profundidad no es solo exploración. Quiere decir con tiempo, con rigor, disciplina, esfuerzo, con constancia.
No hay que enseñar interminables series de contenidos. Hay que potenciar a los alumnos a través de ellos. Hay que buscar lo medular de cada eje curricular, conectarlo, darle vida, generar adeptos. Si se logra dar menos contenidos pero más valiosos, lo demás, lo aprenderán los alumnos solos, dentro y fuera del aula.
La mejor forma de evaluar no es al final de la cursada. Sino uno o dos años después. Con la potencia de internet y el acceso al conocimiento, podemos subir la vara. Evaluar a nuestros ex alumnos un par de años después, el parámetro de éxito no será que logren los mismos rendimientos que tuvieron cuando dieron la materia. Será tener más aprendizajes. Porque indicará que creamos el fuego interior para seguir aprendiendo.
¿Cómo saldremos de los muros que encierran las aulas? Los cinco conductores
Hay que reemplazar los dos viejos conductores del aprendizaje: la obligación y la meritocracia. Serán reemplazados por:
1)    La pasión de aprender: es el gran reemplazo de la obligación, no será completo ya que es necesaria la obligación de ir a la escuela, de respetar la autoridad de los adultos, de cumplir normas. La pasión de aprender se conduce a través de una docencia que inspira, que seduce, que fascina. Es el docente que ve algo extraordinario en cada uno de sus alumnos, sabe buscarlo y cultivarlo.
2)    Dar sentido a lo que se debe aprender: que nadie diga que hay saberes insoportables pero necesarios. Todo puede enseñarse con sentido. Para que sirve, para cuando, en que contextos, como cambio en el tiempo y como cambiará en el futuro.
Necesitamos docentes que sepan de sus disciplinas.
3)    Tener reglas claras y legítimas: las escuelas son instituciones y por lo tanto necesitan reglas. Dan previsibilidad, dan tiempo a la enseñanza porque ya no se necesita usar el tiempo para fijarlas. Pero también son una demostración de confianza.
En el futuro habrá que sostener una aparente contradicción: la obligación de cumplir reglas y la pasión ilimitada por crear y aprender.
4)    El esfuerzo: este conductor continúa y replantea la idea de meritocracia. El esfuerzo personal y colectivo debe ser alimentado y valorado.
Explorar sus pasiones y convertirlas en rumbos que puedan ser apoyados de un año a otro, de un docente a otro en cada escuela.
5)    El apoyo: debe ser constante e integral. No algo separado que esta, que esta fuera del horario escolar. Debe ser una forma pedagógica, una manera de enseñar.
El apoyo es a veces una mirada, una palabra. Es cambiar la actividad para dar espacio al tímido. Crear otros grupos para lograr cambios de liderazgo dentro de las aulas.
Es el apoyo de las políticas estatales que generan condiciones dignas en las escuelas
Los nuevos conductores deben reemplazar la memorización con la compresión. Estos 5 conductores son la llave de las escuelas del futuro.
Cuatro revoluciones educativas juntas pueden mover el mundo
Las dos primeras revoluciones fueron un lazo que creó las escuelas. Las dos últimas se viven como la amenaza que pondrá fin a su historia. Debemos aprovechar las fuerzas dispersas y ocultas de las cuatro revoluciones educativas.
1)    Profundos trabajos con las conciencias: la primera revolución educativa fue religiosa. Nos dio el aula tal como la conocemos hoy. Un lugar de encuentro absolutamente constante, graduado, de un mismo docente. Una fuerza muchas veces mal usada, para adoctrinar, para inculcar creencias sin pensamiento crítico.
Sin embargo el hecho de que todos los días millones de niños se reúnan a aprender es muy importante. El contacto diario de un maestro con sus alumnos, bien aprovechado, es una fuerza educativa inagotable.
2)    Escala universal de integración: la segunda revolución educativa nos legó la idea  de la educación como derecho. Fue la revolución estatal. Se expandió en los siglos XIX y XX. Creo los sistemas educativos, esas redes inmensas de escuelas que responden a un mismo mandato, un mismo curriculum, una misma nación. Fue un arma de doble filo. Alineó las conciencias, arraso con las diferencias culturales, se impuso sobre los individuos. Homogeneizo a la sociedad. Se logró estar en las aulas comunes pese a las diferencias sociales y culturales.
En plena caída de su fuerza, la educación común, gratuita, laica y pública es una conquista a defender.
3)    Libertad de pensamiento: fue la revolución cultural que liberó a los jóvenes de los adultos. Generó libertades impensadas e indefinidas. Soltó cadenas, desató la incertidumbre. La libertad de nuestros alumnos es una fuerza mucho más potente que su sumisión. El docente y la escuela que entiendan esto tendrán todo a su favor para conquistar su pasión por el aprendizaje.
4)    El conocimiento en la palma de las manos: la cuarta revolución, la revolución digital de internet. Todo el conocimiento está siendo vertido a velocidades desconcertantes en un mismo formato. Es la mayor etapa de expansión de las posibilidades de aprendizaje de la historia de la humanidad. En pocos años tendremos la universalización de internet en las escuelas y hogares. Las pedagogías deberán reinventarse. Será fascinante si lo concebimos como una oportunidad, no como una amenaza.
Combinaciones para cambiar la educación
Las combinaciones cambiaran la educación. No los extremos. No la tibieza. Las combinaciones correctas. Potentes, durables, viables.
Necesitamos docentes preparados para responder a los cambios que vendrán. Para leerlos, interpretarlos y traducirlos pedagógicamente. Requerirá aumentar el prestigio social de la docencia, su formación, su relación con las tecnologías, su salario y puestos de trabajo.
Ya no pasara todo por las escuelas. Habrá que entrar a llenar de contenido educativo el mundo de los estudiantes. Sus consumos culturales, sus entretenimientos. El aprendizaje será una combinación: presencial y virtual. El objetivo será la retroalimentación, no la disputa entre ambos modos de enseñar.
Lo primero será atacar las desigualdades sociales. Necesitamos ir hacia escuelas no graduadas que trabajen con la diversidad social y cultural. Escuelas donde el tiempo escolar se divida en dos modelos. Uno más tradicional con horarios y materias fijas. El otro  será un espacio de trabajo en taller. A veces con más de un docente, interdisciplinario. Centrado en proyectos, prácticas concretas, desafíos de aprendizaje. Mezclando grupos y edades, sin horarios fijos, sin acreditaciones tradicionales. Con uso estratégico de las tecnologías. Necesitamos movimiento en las escuelas. Estudiantes que hacen y no repiten. Mezclar el aula y el taller. Mezclar artes y ciencias. El cuerpo y la mente. El pensar y el hacer.
El cambio llegara en dos etapas. La primera será la etapa del combate contra la dispersión, la desigualdad y la debilidad reinante en las escuelas. Es la etapa de salida del tiempo presente de confusión y desarraigo escolar.

La segunda etapa será de abajo hacia arriba. Nacerá de lo sembrado. De los docentes que pasaron el riguroso examen de formación y adquirieron capacidades de mejora autónoma permanente. De las escuelas que formaron redes y buscaran horizontalmente la enseñanza y la innovación.

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