Cuando
hablamos de lo educativo nos encontramos con dos tipos de representaciones hegemónicas
.Unas, hacen de lo educativo un proceso o una acción aislada de cualquier
condicionante histórico –social y cultural .Otras, vinculan de manera absoluta
y excluyente a lo educativo con la institución escolar y los procesos de escolarización.
En
el primer tipo de representaciones, nos encontramos con los rastros y
residuos de posiciones idealista y espiritualistas que suelen “sacralizar” a la
educación, abstrayéndola de cualquier determinación material. De este modo, los
procesos educativos suelen verse como neutrales, más o menos estables en el
tiempo, invariables en su definición y cargados de positividad, es decir, de “valores”
y “practicas positivas” socialmente.
El
segundo tipo de representaciones sociales ha ligado (de manera
necesaria y casi excluyente) a la educación y lo educativo con los procesos de transmisión de conocimientos (prácticas,
saberes y representaciones) y de habilitación para funcionar socialmente, que
se viven en una institución: la escuela.
La
escuela, como humanista oficina, fue un núcleo organizacional de la modernidad
occidental que se articuló con el desarrollo del capitalismo, de la
industrialización y las formalidades de la "democracia" burguesa. La
escuela es una institución que produjo prácticas, saberes y representaciones, y
que las reprodujo con el propósito de incorporar a los individuos a las
sociedades capitalistas, industrializadas y democráticas modernas. Pero la
escuela no existió siempre y en todas las culturas, o no existió de la manera
en que la conocemos hoy. Por otra parte, en la actualidad resulta dificultoso
observar la articulación de la escuela, por ejemplo, con el mundo del trabajo y
con el ascenso social.
Hoy
experimentamos una crisis de esa institución formadora de aquellos sujetos
sociales, producida en gran parte por los procesos de
"globalización", por las sucesivas políticas de reforma y ajuste
neoliberal y por inadecuación entre los persistentes imaginarios de movilidad
social. Además, los saberes que se producen, se distribuyen, circulan y se reproducen
a través de la escuela y los procesos de escolarización, difícilmente pueden
ser vistos como aquellos que nos permiten "funcionar" socialmente.
Son saberes siempre desafiados y contestados por los saberes que proliferan
alrededor de otros discursos sociales, como el mediático, el callejero, el
comunal, el del mercado, etc.
Se
nos hace necesario, entonces, proponer otra noción de lo educativo, que nos
permita salimos de esos dos tipos de representaciones. De este modo, optamos
por la noción que propone la pedagoga mexicana Rosa Nidia Buenfil Burgos (1993).
Ella sostiene que:
"Lo que concierne específicamente a un proceso
educativo consiste en que, a partir de una práctica de interpelación, el agente
se constituya como un sujeto de educación activo incorporando de dicha
interpelación algún nuevo contenido valorativo, conductual, conceptual, etc.,
que modifique su práctica cotidiana en términos de una transformación o en
términos de una reafirmación más fundamentada. Es decir, que a partir de los
modelos de identificación propuestos desde algún discurso especifico
(religioso, familiar, escolar, de comunicación masiva), el sujeto se reconozca
en dicho modelo, se sienta aludido o acepte la invitación a ser eso que se le
propone"
Con
estos elementos, vamos a presentar un cuadro sintético y algunos elementos que posibilitan
la comprensión de esta noción.
LAS
INTERPELACIONES
· Parten del reconocimiento del
universo vocabulario, o parten de intereses particulares y se implantan, o
parten de un desconocimiento del contexto, o surgen de un espacio social
existente
· No son mensajes aislados; son
conjuntos textuales
· Pueden constituirse en todo un
espacio u organización que se hace visible en un contexto social (como por
ejemplo un sindicato, o las Madres, o una tribuna de fútbol), o pueden
constituirse en estrategias más particulares, acciones y prácticas de agentes
determinados (por ejemplo, un programa radiofónico educativo)
· Son llamados o invitaciones a hacer
determinadas cosas, a ser de una manera, a pensar de una forma... Pero pueden
ser mandatos que requieren el abandono de un aspecto de la identidad (como por
ejemplo, ser civilizado dejando de ser bárbaro, o ser desarrollados abandonando
prácticas tradicionales)
· No están sólo constituidas por
saberes, sino también por quehaceres, prácticas, posicionamientos, valores,
ideologías...
· “Pueden dirigirse a los individuos
para que hagan "sujetos". Pueden instalarse en un espacio social y
dirigirse (aún no intencionalmente) a toda la sociedad.
· Pueden estar encarnadas en
referentes (como los docentes, los padres, un animador cultural, un personaje
mediático) o pueden ser referencias, como un espacio de comunicación (por
ejemplo una murga, un grupo de mujeres, o de jóvenes, etc.)
· Directa o indirectamente, toda
interpelación le otorga significados a determinadas ideas (o significantes)
que circulan en la sociedad o en los discursos sociales, como por ejemplo a las
ideas de "desarrollo", "saber", "libertad",
"participación"...
Las
interpelaciones, entonces, contienen una
matriz de identificación. Nosotros, a veces, no nos identificamos con todos
los elementos propuestos por la interpelación (contenidos, comportamientos,
valores, ideas, prácticas, gustos, modos de vestirnos) sino solo con algún
aspecto.
LOS RECONOCIMIENTOS
El reconocimiento
subjetivo es central para que una interpelación adquiera sentido.
· El
reconocimiento no es solo “conocimiento “de la interpelación, no basta con
conocerla (porque puede conocerla y ser indiferente a la interpelación).
· El
reconocimiento se da en el nivel de la adhesión, de cierta incorporación de
elementos de la interpelación o de su matriz de identificación.
· Es decir,
tiene relación con el proceso de identificación. En algún aspecto, el sujeto se
siente como perteneciendo a una identidad colectiva , que lo interpela .Quiere decir que hay cierta incorporación:
una posibilidad corporal de jugar el juego de determinadas prácticas , valores
, ideas, identidades , gustos
· El
reconocimiento tiene relación con las identidades
sociales. Las identidades sociales se constituyen por cuatro rasgos:
1. Pertenencia
a un nosotros (me siento, me reconozco, como peronista, campesino, wichi,
mujer, ricottero, HIJO…) y también distinción respecto a otros (no soy radical,
no soy un burgués, no soy un burgués urbano, no soy toba…).
2. Ciertos
atributos comunes (jergas, términos, estandartes, logos, banderas, cantos,
movimientos corporales…) que los que pertenecemos a esa identidad podemos
reconocer como propios.
3. Una
narrativa histórica común (aunque cada uno tenemos, nuestra biografía, hay una
historia común que nos marca, y que más o menos reconocemos y la contamos de
manera similar todos los que pertenecemos a una identidad).
4. Cierto
proyecto común (reconocemos cuales son nuestros ideales, quienes son nuestros aliados,
los grandes caminos a seguir, con quienes tenemos conflictos, cuales son las
grandes metas que nos unen…).
LAS
PRACTICAS SOCIOCULTURAES
Pero para que todo el
proceso sea educativo, no termina todo en el interjuego entre interpelaciones y
reconocimientos. El proceso culmina en algún cambio en las prácticas
socioculturales cotidianas.
· El cambio
en las practicas (en los modos de hacer y ser, en los saberes, en las formas de
pensar, de posicionarnos…) puede tener dos sentidos.
1. La
reafirmación más fundamentada de una práctica ya existente (como por ejemplo,
de prácticas relacionadas con la medicina popular o de saberes ancestrales de
una cultura aborigen, o de los escraches…).
2. La
transformación de una práctica que existe en la actualidad (por ejemplo, un
modo distinto de relacionarnos los padres de los hijos, o de considerar a los jóvenes,
o de posicionarnos frente a los poderosos, o de apropiarnos de los medios de
comunicación como espacios de expresión ciudadana…).
· Solo al
analizar las practicas , podemos hacer una evaluación más adecuada del sentido
político del proceso educativo , y sostener que :
1. El
proceso educativo tiene un sentido hegemónico en la medida en que tiende a
generar prácticas conformistas respecto a un orden social establecido, a las
relaciones sociales que lo sostienen, a modos de pensar que avalan a la
dominación…
El proceso educativo tiene un sentido contra
hegemónico en la medida en que tiende a generar distintos modos de
cuestionamiento y resistencia y/o produce modificaciones en las relaciones
sociales de dominación, en prejuicios o discriminaciones, en actitudes
individualistas, en modos de pensar dogmáticos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario