En 1900 la mayoría de los humanos trabajaban en el campo,
mientras que en 2011 solo existe el 1% de campesinos. Es una de las rupturas
más fuertes desde el Neolítico. Los niños ya no habitan la misma tierra ni
tienen la misma relación con el mundo. Solo admiran una naturaleza arcádica, la
del tiempo del ocio. Viven en la ciudad y sin embargo se han vuelto sensibles
al entorno, contaminan menos; son más prudentes y respetuosos con el ambiente
de lo que son la generación anterior.
Viven más tiempo, no conocen las mismas edades ni
experiencias, ni el mismo matrimonio, ni la misma trasmisión de bienes.
Desde hace 60 años que no hay guerras (por Europa), ¿estarían
dispuestos a ir a la guerra con 60 años de vida por delante?
Sus padres fueron concebidos a ciegas, mientras que su
nacimiento es programado. La edad promedio de la mujer para el primer hijo ha
avanzado 10 o 15 años.
Sus predecesores se reunían en clases o anfiteatros
homogéneos desde el punto de vista cultural, ellos estudian en el seno de un
colectivo en el que conviven diversas religiones, lenguas, orígenes y
costumbres.
¿Qué literatura, que historia comprenderán, felices, sin
haber vivido la rusticidad de las bestias domésticas, la cosecha del verano,
diez conflictos, cementerios, heridos, hambrientos, patria, bandera
ensangrentada, monumentos a los muertos, sin haber experimentado el
sufrimiento…?
Están formateados por los medios de comunicación y la
publicidad, difundidos por los adultos que de manera minuciosa han destruido su
facultad de atención. Medios en los que la palabra más repetida es “muerte”.
Nosotros, los adultos, hemos transformado nuestra
sociedad del espectáculo en una sociedad pedagógica en la cual la competencia
aplastante, vanidosamente inculta, eclipsa la escuela y la universidad. Por el
tiempo de audiencia y de atención, por la seducción y la importancia, los
medios se han apoderado desde hace tiempo de la función de enseñanza.
Estos niños viven en lo virtual. Las ciencias cognitivas
muestran que el uso de la red, la lectura o la escritura de mensajes con los
pulgares, la consulta de Wikipedia o Facebook no estimulan las mismas neuronas
ni las mismas zonas corticales que el uso del libro, de la tiza o del cuaderno.
Pueden manipular varias informaciones a la vez. No conocen ni integran, ni
sintetizan como nosotros, sus ascendientes.
Acceden a cualquier persona o lugar por celular o GPS,
mientras nosotros habitábamos en un espacio métrico, referido por distancias.
No habitan el mismo espacio.
Nació un nuevo ser humano, durante un intervalo breve, el
que nos separa de los setenta. No tienen el mismo cuerpo, la misma esperanza de
vida, no se comunican de la misma manera, no se percibe el mismo mundo, no vive
la misma naturaleza, no habita el mismo espacio. Conoce de otra manera.
El
individuo
Ya no saben vivir en pareja, no saben estar en clase (se
mueven y charlan); ya no van a rezar a la iglesia. Las ideologías se declaran
muertas en todas partes: las pertenencias que reclutaban se desvanecen.
Pulgarcita esta desnuda. Nosotros los adultos no hemos
inventado ningún lazo social nuevo. La empresa generalizada de la sospecha, de
la crítica y de la indignación contribuyo más bien a destruirlos.
Hay jóvenes a los que pretendemos dispensar una
enseñanza, en el seno de marcos que datan de una época que ya no reconocen:
edificios, patios de recreo, salones de clase, anfiteatros, campus,
bibliotecas, laboratorios, saberes…, marcos que datan de una época y adaptados
a un tiempo en el que los hombres y el mundo eran lo que ya no son.
Tres
preguntas.
¿Qué
trasmitir? ¡El saber!
En otros tiempos, el saber tenía como soporte el cuerpo
del sabio. Una biblioteca viviente.
Poco a poco, el saber se hizo objetivo: al principio en
rollos, en vitelas o pergaminos, soportes de escritura; luego, a partir del
Renacimiento, en libros de papel, soportes de imprenta; por último, en la
actualidad, en la Red, soportes de mensajes e información.
La evolución histórica de la pareja soporte mensaje es
una buena variable de la función de la enseñanza. La pedagogía cambio al menos
tres veces: con la escritura, la imprenta y la Red.
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